jueves, 18 de agosto de 2016

16 - Otros servicios (WC) públicos no municipales, en lugares menos céntricos de Barcelona (II-Gràcia)

Desde que empecé este blog, de vez en cuando me han venido a la cabeza algunos pensamientos que intentaban anticipar si sería capaz de describir el espacio de libertad que se abrió ante mis ojos cuando descubrí los servicios de la estación subterránea de Gràcia, entonces perteneciente todavía a una compañía privada y hoy a los Ferrocarrils de la Generalitat.

Estos servicios ocupaban un espacio idealmente apartado del tráfago de viajeros que siempre ha tenido esta línea, pues el flujo de tránsito de los mismos no pasaba por donde estaban ubicados sino que para acceder a ellos había que tomar un largo pasillo que conducía exclusivamente a los mismos. Esta disposición los hacía accesibles tanto para los viajeros que salían del interior de la estación, como a los que veníamos, fuéramos viajeros o no, desde la entrada situada en la Plaza de Gala Placidia/Travessera de Gràcia, entonces situada bajo el edificio singular "Autopistas" hoy reconvertido en viviendas de "alto standing". Reparé en su existencia gracias a un discreto cartel con la palabra "Servicios" que indicaba el camino a tomar para dirigirse a ellos, situado en la pared de la esquina del mencionado pasillo en su confluencia con el general de entrada y salida de viajeros. Esto hacía que solamente transitaran por aquel pequeño túnel las personas que única y exclusivamente se dirigieran a los servicios.

La primera vez que me atreví a explorar aquel pasillo desconfiaba realmente de que los servicios indicados estuvieran abiertos y, de estar abiertos, esperaba que no hubiera mucha concurrencia, dado lo apartado de su ubicación. Los servicios estaban abiertos y estaban concurridos, aunque no mucho sino en la medida justa para depararnos a los que allí nos encontrábamos una apreciable libertad de movimientos y de acción, dada la relativa lejanía del flujo normal de viajeros y la posibilidad de oír a quién ocasionalmente se acercara y la relativa longitud del túnel de acceso y la también relativa quietud y silencio en el mismo dada la distancia al espacio habitual destinado a los viajeros, circunstancias que solamente pude valorar posteriormente tras el primer contacto que, como en otras ocasiones, fue de tanteo y total circunspección.

Se entraba a aquel espacio desde el túnel mencionado, que daba a dos puertas, la izquierda para los servicios masculinos y la derecha para los femeninos. Según se entraba a aquel espacio rectangular, a la derecha había una corta pared que sustentaba un lavabo con su espejo y, siguiendo en el mismo sentido, formando una L con dicha pared una hilera de cuatro o cinco urinarios. En la pared opuesta a los urinarios se encontraban los wc, creo que en número de tres, que limitaban finalmente con la puerta de entrada.

Teniendo ya alguna experiencia en estos menesteres, no tardé en ver que las dos o tres personas que allí se encontraban también buscaban más o menos lo mismo que yo. En cuanto dejé entrever algo de mi anatomía a mi vecino de urinario, enseguida la tomó a su cargo, si bien en esta primera ocasión, manualmente. 

Creo que ninguna de las veces que visité aquel lugar me encontré solo y, si alguna vez fue así, fue por poco tiempo pues siempre acababa por aparecer alguien con tantas o más ganas que yo. Aunque no se encontraba dentro de mis rutas habituales, acabé adaptándolas para permitirme visitar el lugar con cierta frecuencia sin mucha distorsión en mis obligaciones. Esto hizo que acabara formando parte en cierto modo de los "habituales" del lugar en la franja horaria de laborables por la tarde que mis obligaciones me permitían. Cuando en otras ocasiones visité el lugar fuera de ese horario, me encontré algo desplazado y temeroso de que los usuarios de aquella otra hora pudieran no "entender" (término muy en boga entonces, que creo que hoy ha entrado en desuso), lo que no me hizo tan cómodas aquellas visitas fuera de mi horario habitual, aunque seguramente todo eran imaginaciones mías, pues en la mayoría de esas ocasiones también acababa con alguna actividad interesante.

Y aquí viene la dificultad que preveía para describir con exactitud todo lo que allí puede ver y participar.

Lo primero, insistir en la libertad e impunidad con que nos movíamos en aquel pequeño reducto, sólo con momentáneas treguas en caso de que entrara alguien desconocido pero que generalmente se resolvían en pocos segundos ya que me cuesta recordar alguna ocasión en que entrara alguien que no estuviera en el ajo.

Mamadas de todo tipo, de las que recuerdo algunas hasta el final, cosa que entonces era una novedad para mí.  Por la novedad, cuando no me las hacían mí, llegué a fijarme lo suficiente como para detectar el momento álgido, bien por la actitud de uno, la del otro o la de ambos, ya que prácticamente nunca se oían gritos ni jadeos a un volumen superior al de unos discretos murmullos.

Allí trabé conocimiento con un chico guapete, que siempre estaba muy moreno y que hacía muy buenas mamadas hasta el final. Era del tipo de los "ansiosos", siempre estaba deseando chupar una polla, lo cual era muy de agradecer en aquel lugar, pero no tanto si lo encontrabas por algún otro barrio de la ciudad, pues en un par de ocasiones que me ocurrió (¡vaya casualidad, con lo grande que es Barcelona!) en lugares totalmente "normales", no cejó en insistir buscando su mamada que, por el lugar, era algo a todas luces imposible y que hubiera requerido desplazarnos, cosa que en ninguna de las dos ocasiones me era posible en aquel momento.

Los pequeños escarceos que se montaban en aquel lugar incluían pajas, por descontado, a veces en cadena, magreos, morreos, comidas de pezones y, contadas veces, algún incipiente polvo que casi duraba menos que los de los conejos. Pero la oportunidad, después de una jornada a menudo llena de problemas, de encontrar casi siempre un ambiente caliente y morboso y prácticamente comunitario en el que descargar con cierta desinhibición, merecía un desvío de la ruta habitual.

4 comentarios:

  1. Un lugar totalmente desconocido para mí.
    Supongo que no deben de existir los mencionados urinarios, no?

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  2. En primer lugar mis disculpas por haber publicado el post antes de estar terminado, inconvenientes de trabajar en esto de madrugada y confundir el botón de guardar con el de publicar. Ahora ya no acaba tan abruptamente.
    En cuanto a la pregunta, lo ignoro, quizá algún lector usuario de la estación pueda confirmarlo, pero por la remodelación que ha sufrido la estación y por la conocida furia destructora de urinarios públicos de nuestros poderes no menos públicos, dudo mucho que hayan sobrevivido.

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  3. Tenia 16 años y me llevó allí un vecino de Gràcia que me ligó por la calle, este hombre de unos 50 años y no muy atractivo me masturbo, era la primera vez que me lo hacía una mano que no era la mía, me quiso besar, no me dejé, olía a colonia pegajosa y usaba fijador en el pelo. Volví otras veces a este lugar, quedaba relativamente cerca de casa.
    Gracias por tu blog, son muchas experiencias similares para los atrevidos de aquellos años

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  4. Un testimonio con el valor de la experiencia vivida, muchas gracias por el comentario.

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