viernes, 9 de septiembre de 2011

03 - Lujuria y desenfreno pre-adolescente ... o así me lo parecía.

Aprovecharé este post, que habla de mis doce años, para mencionar a otros compañeros de mi misma edad que tenían las hormonas más alborotadas que yo y, por lo que me parecía, que el resto de la clase.

Recuerdo por ejemplo a Ll.... (entonces nos llamábamos por el apellido, no por el nombre de pila como es costumbre ahora), un chico delgado, espigado y guapito. También recuerdo a los hermanos P..., éstos quizá algo más mayores que el resto. R... creo que también participaba y, ocasionalmente, lo había hecho C..., aunque no le gustaba que se comentara. ¡Ah, que no he dicho en qué participaban! Pues os lo cuento, era un grupo que se divertía enseñando cada dos por tres su polla erecta a los demás que nos sentábamos cerca de ellos en la clase. Yo (aunque lo disimulaba) disfrutaba viendo tantas pollas tiesas y duras juntas, algunas muy dignas de mención, como las de los hermanos P..., los de las pollas más grandes (o las más grandes de las que se enseñaban, claro). El menor de ellos, con una polla muy larga, como el doble que el resto y algo más gruesa y el hermano mayor con una polla que, si no tenemos en cuenta la de su hermano, era el triple de gruesa que cualquier otra y casi el doble de larga. Además, ese grupito parecía ser de masturbadores compulsivos. Contínuamente rivalizaban en quién la tenía más dura, no en quién la tenía más larga, porque este galardón lo ganaban claramente los hermanos P... y se masturbaban abiertamente cuando el profesor, el señor C..., no miraba.

En una ocasión en que estaba en esa faena uno de los hermanos P..., el menor, mientras hacíamos un dictado de un libro cuyos párrafos leíamos por turno los que nos sentábamos en las primeras filas, levantándonos cuando nos tocaba para leer en pie frente al resto de la clase y a unos tres metros de la mesa del maestro, me dijo que iba a seguir meneándosela cuando le tocara salir a leer. No lo creí, pero cuando le tocó el turno, se sacó aquella tranca tan hermosa delante de toda la clase y, mientras leía, se la sacudió varias veces delante de todos, maestro incluido. Supongo que él veía como todo el mundo estaba con la cabeza gacha intentando escribir el dictado (o le daba igual que otros compañeros le vieran) y, eso sí, sabíamos que el maestro estaba ocupado haciendo cosas en su mesa mientras el dictado se iba desarrollando solo, por lo que no se preocupaba en mirar a la clase. Si oía que el dictado seguía su curso, él iba trabajando en lo suyo. Ese chico se merecía la medalla al valor (o a la inconsciencia) porque, en los tiempos que corrían, si le llega a ver el maestro seguro que le expulsan. Hoy a lo mejor el maestro se la hubiera chupado, pero entonces eran otros tiempos.

De hecho, yo también se la hubiera chupado si hubiera podido, tal era la admiración que sentía por su polla. No, rectifico, se la hubiera chupado si se me hubiera ocurrido que eso se podía hacer, pero ya he dicho en otro lugar que, normalmente, siempre me he despertado tarde para todo lo relacionado con el sexo. También creo que la mayoría de aquellos pajilleros desbocados no sabían que una polla se podía chupar, ni siquiera se les ocurría tocársela el uno al otro y creo que hubieran tratado de maricón al que lo hubiera intentado. Aunque, ahora que lo pienso, quizá lo hacían a mis espaldas, lo cual entra dentro de lo posible ya que yo era tan tonto que no me enteraba de nada.

También recuerdo con mucho cariño a M... un chico delgadito, algo bajito y con voz atiplada, lo que le hacía objeto de nuestras chanzas, en las que le tratábamos de niña y de las que él no se defendía, no sé si por querer evitar que una reacción suya hiciera que las cosas fueran a peor o porque lo aceptaba por alguna razón íntima. ¡Qué crueles son los niños! Querido M..., sé que lo más probable es que no leas esto, que seguramente no eras mariquita como te decíamos, sino que tenías ese defecto en la voz que quizá se arregló con el tiempo, porque la pubertad aún no te había hecho cambiar el tono de tus cuerdas vocales. Sea como sea, quiero decirte que siento muchísimo cualquier broma de mal gusto que hubiera podido gastarte entonces, porque eras un chico que reunía todas las prendas positivas: formal, educado, inteligente, paciente y porque nos hacías unos dibujos de tías buenas que eran la admiración de todos nosotros. Unos dibujos de unas muchachas hermosísimas, con unos pechos perfectamente redondos y turgentes, dibujos a la vista de los cuales seguro que más de uno se había masturbado antes de destruirlos para que no se los encontraran en casa o en la escuela. Lo cual no importaba, porque M... los hacía con tal facilidad y con tanta amabilidad ...

Pues bien, después de esa etapa, yo notaba que había una vida sexual además de la escolar, pero no sabía muy bien como enfocarla. Después de haberme dado cuenta de que las pollas gordas eran un efecto del crecimiento y no una aberración de la naturaleza, como casi llegué a creer con el chico que menciono en el post anterior, empecé a fijarme en las de mis compañeros como acabo de relatar, aunque yo nunca la enseñé ni muchos menos me pajeé delante de los demás, Pero hacía para mí mis comparaciones, de las que no salía mal parado, si no me comparaba con los hermanos P...

En cuanto a las chicas, empecé a juntarme con un grupito de chicos que se saltaba la separación escolar de sexos yendo a hablar con algunas chicas a "su calle", como decíamos entonces, y luego comentábamos entre nosotros lo buena que estaba fulanita o menganita, pero de ahí no pasaba. Lo dicho, era un tonto del culo.




4 comentarios:

  1. Pero a que colegio ibas tu? Jejeje.. Yo, como mucho se la tocaba a mi compañero de clase, por debajo del pupitre, pero sin llegar a versela :-). Tonto del culo ? No, para nada. Aquello no eran más que inocentes juegos sexuales entre preadolescentes en una época de nula educación o información sexual.

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  2. Pues he dado suficientes pistas para jugar a las adivinanzas y acertar con el colegio en cuestión, jeje.

    Yo también me tocaba esporádicamente con algún compañero, pero normalmente eran pollitas fláccidas, como la mía, sólo por jugar.

    No he contado otras cosas porque no añadían mucha información, como por ejemplo que Ll... me comentó que con algunos de sus vecinos se reunían en una portería (un zaguán de entrada a un edificio de vecinos, que entonces estaban normalmente abiertos y a ciertas horas muy poco transitados, no como ahora que todo está cerrado a cal y canto) y se hacían pajas. No me aclaró si eran mutuas, ni yo me atreví a preguntárselo. Unos meses después me acerqué a "su calle" y allí estaba, jugando con otros, pero no me dijeron nada de ir a ninguna portería ni yo lo pregunté y así me quedé con esa incógnita para toda la vida.

    Unos tres años después, me encontré en el tranvía con el hermano pequeño P..., no nos dijimos nada, quizá no me reconoció porque llevaba unas gafas de culo de botella y yo tampoco le dije nada porque él no me había dicho nada y yo siempre he sido muy tímido hasta que he llegado a la madurez (¡cuántas ocasiones perdidas por ese defecto!), pero me hubiera gustado volver a trabar amistad, a ver si podía volver a verle la polla y enseñarle la mía, que ya había crecido a unas dimensiones aceptables, jaja, pero ya no volví a verle.

    Mi timidez congénita, como acabo de explicar, no me ha ayudado a desenvolverme con naturalidad, pero algo tonto también debía serlo porque siempre eran los demás los que me enseñaban que se podían hacer esas cosas, no se me ocurrían a mí, aunque coincido contigo en que la época influyó mucho en hacernos así.

    Para ilustrar nuestra represión e ignorancia, explicaré que, flanqueando la entrada de una sala de actos que había en el sótano, había dos pequeñas esculturas de desnudos clásicos masculino y femenino que probablemente habían sobrevivido a la censura porque estaban colocadas sobre una peana que superaba bastante nuestra altura y ambos en posición tendida, con la pierna exterior doblada. Cuando en alguna ocasión íbamos a esa sala de actos y esperábamos en fila junto a la puerta, los más atrevidos se estiraban de puntillas para tocar con la mano la entrepierna de la escultura masculina y nos hacían gestos de que le habían tocado la polla. De mayor he visto que no tenía polla, parecía rota, no sé si originalmente ya estaba así o se rompió de tantos tocamientos, jaja.

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  3. Felicidades por el blog. He empezado a leerte desde el principio porque me han resultado unas crónicas muy curiosas e interesantes. Seguro que seguiré deleitándome en lo sucesivo...
    Por algún motivo, no me deja comentar desde Wordpress que es donde más suelo interactuar con los demás: https://esclavodetusexo.wordpress.com/
    Un saludo

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  4. Muchas gracias, Javi, por tu comentario.
    Ignoro lo que pasa entre WordPress y Blogger cuando se intenta comentar en el segundo desde el primero, lamento las molestias.
    He empezado también a leer tu blog, muy auténtico y además estéticamente cuidado. Aunque voy todavía por el principio, estoy seguro de que me deparará buenos ratos de lectura. Espero que el mío no te defraude.

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