miércoles, 14 de mayo de 2014

11 - El resto de servicios (WC) públicos no municipales en la Plaza de Cataluña y alrededores (II).

Prosiguiendo con el tema del título, aquí van mis comentarios sobre algunos otros lugares:

- Estación "Plaza de Cataluña" de RENFE, servicios en el andén.
Los visité muy pocas veces, sólo recuerdo algo la disposición de los urinarios al fondo, de espaldas a la puerta, muy pocos, tres o cuatro, y que no estaba muy limpio. No recuerdo nada de eventuales ligues, aunque una vez si que me encontré a un jovencito en el vestíbulo que decía que quería rollo pero con el que finalmente no llegué a nada pues quería una recompensa económica. Bastantes años después de aquello, durante un tiempo no me importó pagar alguna vez (directa o indirectamente) por algo que me pareciera interesante, pero ahora he vuelto a cambiar de opinión. 

- Servicios situados en la Terminal y oficinas de la Compañía Anónima Alsina Graells de Autotransportes.
Se encontraban en la Ronda Universidad, lado mar, cerca de la calle Pelai, donde ahora hay un hotel. Aquellos servicios para los "señores clientes" estaban en una especie de cobertizo situado en los jardines de la finca en la que se encontraban las oficinas de la compañía citada y eran de un acceso muy cómodo al estar en el exterior del edificio, cosa inhabitual en los demás locales privados, bares, etc., a los que había que entrar para utilizar el servicio y, por lo tanto, exponerse al posible seguimiento visual de empleados u otros clientes, aunque esto último podía ser ocasionalmente de utilidad si había otro cliente interesado en el mismo tema.

Vista desde la calle, las oficinas estaban en el edificio que se ve dentro de la finca entrando a la izquierda
y los servicios (no se ven en la foto) entrando a la derecha, al fondo de los jardines que había detrás de la verja.


Todo lo que tenía de comodidad de acceso se contrarrestaba por la dejadez, suciedad y sordidez del espacio, cuyas instalaciones "sanitarias" estaban reducidas a la mínima expresión: una pared embaldosada de algunos metros de ancho, sin otro aditamento que un desagüe para las "aguas menores" y un mugriento cubículo que, aunque ya no lo recuerdo muy bien, me aventuraría a decir que o bien no tenía puerta o bien no cerraba, para las "aguas mayores", a evacuar en cuclillas por un agujero en el centro de la cochambrosa estancia.

En el lado bueno estaba que el lugar era poco conocido y, por ende, poco frecuentado, lo que daba una facilidad de movimientos que no se conseguía en ningún otro lugar similar, salvo alguna rara excepción que mencionaré en su momento, y en el lado malo (aparte de la decrepitud de las instalaciones) que por ser poco concurrido tampoco lo frecuentaba mucha gente con mis mismas intenciones y, en el caso de que coincidiera con alguno, el lugar era tan tranquilo que animaba a pasarse de la natural prudencia y exponerse de tal modo que podría haber entrado en cualquier momento alguien a quien no hubiéramos oído acercarse. Por eso y por estar algo alejado del centro neurálgico de la Plaza de Cataluña no lo frecuenté mucho pero, aún así, tuve algunos encuentros interesantes que se saldaron con algunas ricas mamadas y también alguna paja, generalmente recíproca.

- Restaurante/Cafetería Canaletas.
Esta popular cafetería estaba ubicada al principio de la Rambla, lado números impares, cerca de la Plaza de Cataluña, junto al Bar/Restaurante Nuria. Lamentablemente, ya no existe pues hace unos años se transformó en un Burger King. Los servicios se encontraban en el sótano, al que se descendía por unas escaleras situadas a la derecha, al final de la barra.

En una ocasión, había estado en los servicios de la Avenida de la Luz sin ningún resultado, me había recorrido ese pasaje subterráneo de cabo a rabo, sin encontrar ningún ídem, y así llegué al extremo más cercano a Plaza de Cataluña, justo a la altura de la barandilla que se ve en la foto, en la que acostumbraban a apoyarse viajeros esperando la hora de salida de su tren, otras personas que podían estar esperando a alguien, otras que, ociosas, simplemente dejaban pasar el tiempo observando el constante trasiego de gente u otras que quizá se habían guarecido de una intempestiva lluvia o del frío imperante en la calle.
Panorámica de la Avenida de la Luz desde el extremo más cercano a las salidas de c/.
Pelayo y Plaza de Cataluña. Los servicios de WC público se encontraban al fondo de
la foto a mano izquierda, junto a la salida del otro extremo de la larga galería comercial.
Ocasionalmente también se paraba alguno de los asiduos a los servicios del otro extremo de la Avenida de la Luz, haciendo tiempo para volver a los mismos y probar suerte de nuevo en busca de ver recompensada su paciencia con algún ligue, toqueteo o simplemente alguna excitante visión. Por eso, mientras tanto, podía producirse un juego de miradas entre alguno de los apoyados en la barandilla y alguno de los paseantes. Eso ocurrió en aquella ocasión entre un servidor y un hombre de apariencia magrebí que llevaba una pequeña cartera de mano del tipo que había sido habitual en las escuelas, pero que entonces era usado más bien por algunos obreros de la construcción o de algunas fábricas. Yo estaba deseando comprobar por fin si era cierta la leyenda sobre el tamaño de los árabes, conectamos con la mirada, me pareció que "entendía" y, como yo venía de los servicios de la Avenida de la Luz, pensé que era mejor ir a otros para que no se me viera de nuevo en los mismos servicios en un espacio de tiempo tan corto, así que me encaminé a la salida más cercana hacia Pelai-Pelayo/Plaza de Cataluña y entré en el Bar Canaletas, directamente hacia los servicios como si fuera un cliente de la terraza, el magrebí también entró e hizo lo mismo. Había solamente unos tres o cuatro urinarios, casi  todos ocupados, cosa que no me esperaba y me puse en el único puesto libre. Para mi sorpresa, la persona situada a mi izquierda me miró la polla sin mucho disimulo mostrándome también una erecta herramienta no muy larga pero de buen grosor y, mientras la persona a mi derecha abandonaba su lugar, que era ocupado por el magrebí, el de mi izquierda aprovechó para preguntarme si "tenía sitio", le hice un gesto afirmativo con la cabeza, aunque yo todavía quería enseñarle la polla al magrebí y que éste también me la enseñara, pero me pareció que estaba algo cohibido o quizá sorprendido por la facilidad con la que yo estaba entablando conversación con otra persona, aunque en realidad no dije nada, sólo había hecho un gesto con la cabeza mientras el protagonista de aquel fortuito encuentro me seguía hablando de sus ganas de sexo con alguien tan guapo como yo, una afirmación claramente exagerada y sin duda dictada por sus aparentemente irrefrenables deseos, mientras al magrebí, que me había seguido hasta allí alentado por mi actitud, no le dije gran cosa pues, mirando insistentemente a donde esperaba ver su polla no conseguí verla, no acababa de enseñarla, así que ante las facilidades que me daba el de la izquierda y la timidez del de la derecha decidí irme con el primero, aunque ello significara quedarme sin hacer la comprobación de la leyenda. Así fue, mi nuevo ligue y yo salimos al unísono dejando allí al magrebí, que no sé si encontraría a alguien más con quién congeniar.

Pues bien, de aquellos servicios del Bar Canaletas, en los que creo que nunca había estado antes, saqué un inesperado ligue con el que pasamos estupendamente un buen rato. Por aquel entonces ya disponía de un apartamento bastante cercano, al que se podía ir a pie, por lo que allí nos dirigimos a pasarlo bien, cosa a la que procuré contribuir lo mejor posible. Como todos los encuentros de aquel entonces no se sustanció sin unas buenas mamadas mutuas, magreos por todo el cuerpo, 69, etc. y finalizó con una buena follada a mi ocasional pareja que nos dejó agotados a ambos. La verdad es que cuando hay afición y ganas se pasa mucho mejor, aunque se trate de un encuentro imprevisto o quizá por eso precisamente.

2 comentarios:

  1. Es lo que tiene el ligoteo.
    Puedes ver y sentirte atraido por un tipo, y comenzar un juego de gestos y miradas eternas que parece que no te van a llevar a nada, y al momento aparece un tercero, mucho más decidido, y te vas con él. O se te llevan al ligue, que es peor !!!.
    Pero bueno, con el tiempo, uno aprende a interpretar antes las señales, y a saber si todo va a quedar ahí o poco más, y a decidirse antes, y no perder mucho el tiempo, cuando no se dispone de él.

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    1. A mí, lo que más me ha ocurrido es que me levantaran el ligue, por indeciso o temeroso.
      Y ahora que creo que ya he aprendido la lección, ni voy (mucho) de cruising, ni mi aspecto y edad son propicios para que me salga ningún ligue. Ay! dónde estarán esos jovencitos que dicen que son tan desviados que les gustan los tíos maduros? O debe ser que yo soy tan maduro que ya me he caído del árbol ...
      Gracias por tus siempre auténticos comentarios, perro.

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